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Terraza de Secretos

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Mensaje  Evanna Ange Dechú Jue Ago 21, 2008 1:41 am

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En este lugar, mientras la naturaleza sabrás apreciar, puede que te enteres de cosas muy interesantes...
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Terraza de Secretos Empty Re: Terraza de Secretos

Mensaje  Evanna Ange Dechú Dom Ago 24, 2008 8:05 am

Con la partida de Nolan Wardolf, sentí una extraña opresión en el corazón que no había sentido desde hacía mucho tiempo. Decidí ir a la Terraza, donde solía ponerme a divagar y comencé a habalr con las plantas. Una de ellas me habló de su historia, como había crecido lentamente y la escuché, sonriendo y acariciando sus tallos con una dulzura que ningún humano había visto. Estaba enfadada, con Nolan, pero también con la humanidad. Desde que viera todo lo que vi desde el cielo había perdido no sólo el interés por los humanos, también el respeto. Todos los ángeles querían a los humanos o los odiaban, cuando hablas de ángeles caídos, pero yo sólo no sentía ya el menor interés. Lo había perdido desde aquella tarde, hacía muchísimos años ya, cuando comprendí lo vanos que eran y no los pude compadecer.

Flash Back
Era mi primera visita a la Tierra. No sabía que esperar y mis ojos azules observaban mi alrededor con curiosidad. Sólo querían que explorara y yo no había encontrado una razón para negarme.
Caminé por las calles de París, mirando a mi alrededor con curiosidad. La gente hacía sus cosas y trajineaba, como parecía ser su costumbre. Maravillada, observé sus movimientos, hasta que advertí que la gente parecía cansada y enfadada, corriendo de un lado a otro, sin comprender. Seguí caminando, apenas dándome cuenta de que todos se me quedaban mirando con una extraña expresión en el rostro. Seguí mi camino, mirando todo con ojos muy abiertos, cuando un hombre comenzó a gritar a lo lejos, invitando a la gente a la "lapidación". Yo no supe que era eso y, llena de curiosidad al ver la masa de gente que atraía el llamado, quise acercarme a ver y a conocer. Con pasos vacilantes llegué cerca de un alto dintel de piedra, donde, casi desnuda, una mujer humana estaba atada de pies y manos. Ella miraba hacía nosotros con una expresión muy rara, como si estuviera asustada. Tenía marcas moradas en las muñecas, cerca de las cuerdas y los pies los tenía hinchados y deformes. En eso, ella me miró. Vi sus ojos, oscuros y hermosos, al menos para mí y advertí su sufrimiento y su miedo, así como su súplica. Ella estaba sorprendida de verme ahí, y comprendí que, de alguna manera, había entendido qué era yo. Quise acercarme pero me lo impidió la multitud. El hombre de antes comenzó a hablar y todos levantaron las manos, como esperando. Yo no entendí. ¿Qué hacía la mujer atada ahí, en medio de la muchedumbre, y por qué la gente cargaba con tantas piedras? Miré a todos con ojos interrogantes pero nadie me dijo nada. Miraban con algo muy parecido a la avidez a la muchacha o con desprecio. La chica parecía aterrorizada y yo no comprendía. Por última vez el hombre habló y comenzó un discurso, diciendo que la chica encarnaba al Mal y que era una pecadora, una bruja o algo parecido. Decía que había cometido pecado a los ojos de Dios y que merecía ser castigada por ello. Un murmullo recorrió a la multitud y pronto comenzaron a gritar. Yo estaba atónita. Sabía que el hombre mentía. Yo era un ángel y podía decir que no había nada más que miedo en esa mirada clara y que un aura bellísima era la que tenía esa muchacha, casi una niña. Pero me habían ordenado no intervenir en nada de lo que pasara, sólo observar, así que esperé, al menos para ver qué hacían con la chica. El hombre acabó de hablar y entonces comenzó.
La primera piedra se la lanzó un anciano desdentado. El viejo tenía buena puntería y la roca cayó en uno de los brazos desnudos de la chiquilla, impactándose con tanta fuerza que se oyó el sonido horrible de la fractura. La chica chilló y se revolvió contra las cuerdas. Luego siguió una mujer robusta y con mirada maligna. Su piedra se estrelló contra la frente de la muchacha, desprendiéndole un pedazo de piel. La sangre corrió y todos gritaron. Pero no gritaban de horror, como yo, sino de extasiado salvajismo. Uno a uno, comenzaron a aventarle las piedras a la niña, destrozándola tan lentamente y oyendo sus alaridos de dolor con placer. Ella se revolvía y chillaba hasta que, poco a poco, comenzó a perder fuerzas y dejó de gritar. Pero aún muerta, los humanos seguían lanzándole rocas e incluso cuchillos o lo que encontraran, hasta que el perfecto cuerpo humano se volvió una masa informe y sanguinolenta. Luego, todos se dispersaron.
Llorando de amor y compasión hacía la muchacha muerta, pude acercarme finalmente. Vi a su ángel guardián a su lado y el alma de la chica, volando, desesperada por llegar a su lugar de origen y comprendí entonces la enormidad de la atrocidad ahí emprendida.
Fin del Flash Back.
Perdida en los recuerdos, comencé a pensar.
¿Qué había hecho la chica para merecer un destino así? Yo no entendía. Y los humanos me daban asco. Seguí recorriendo la Tierra, a veces visible y otras invisible, observando miles de crímenes peores que la muerte de esa muchacha. Y no pude ver un solo acto de amor que no fuera degradado por un acto inmenso de odio. Durante tres años vagué por la Tierra y, cuando regresé al Cielo, rogué jamás volvieran a dejarme bajar, a menos que fuera necesario. Pero los ojos de la chica muerta me seguían y la memoria de un ángel es infalible. Recuerdo cada detalle de todo lo que vi, aquí en el mundo humano y entre más veo, en estos últimos años, más desprecio al Mundo Ignorante, que condena a la Vida sin entender que causa su propia muerte.
Ahora, aunque puedo compadecer al grupo humano, ya no puedo soportar intentar cuidarlos como si fuera una niñera. No desde que los ojos de esa niña pueblan mi mente angélica. Ahora, con la visión que tengo, con lo que he aprendido, sé que lo que los Ángeles del Cielo desean es imposible: El ser humano no puede cambiar su naturaleza... y yo no pienso apoyar a ningún bando.
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