Mas que aburrido

La noche había caido, la luna se alzaba en lo alto del cielo surcado de estrellas, la tranquilidad casi reinaba en su totalidad, mientras los humanos, uno a uno, regresaban a sus casa, el parque ya estaba casi desierto; caminé lentamente, como si contara con todo el tiempo del mundo, los ruidos urbanos se dispersaban, dando mas tranquilidad, jamás me había agradado el ambiente de cuidad y menos en los últimos años, en los cuales los humanos se dedicaban simplemente a innovar nuevas tecnologías para destruír el lugar donde habitaban, matándose unos a otros, lentamente, sin que se dieran cuenta, nunca lograrían entender que el mundo no les pertenecía y hacían el trabajo sucio por nosotros, eran tan idiotas e ilusos, creyendo que permanecerían allí por siempre, como los seres dominantes.

No pude evitar sonreír ante tal ignorancia, me causaba gracia y alegría. Todo era demasiado tranquilo, y eso se empezaba a tornar aburrido, al parecer sería otra noche mas, sin acción ni nada que hacer; me senté en una banca cercana, bostezando...

Sentí la prescencia de alguien aproximarse, alguien fuera del origen humano, se acercaba, cerré mis ojos y vi en su mente, un ángel caído... no adiviné sus intenciones pero me había localizado facilmente, la malicia y la excitación en busca de algo que hacer para no pasar otra noche monótona, se asomaban curiosas.

Por fin se encontraba cerca de mi, entonces, se alzó en el aire frente a mi, levitando unos cuantos centímetros y mirándome de forma extraña; alcé mi vista con aburrimiento, mi semblante inexpresivo como si delante solo pasara el viento. Arqueé una ceja y levanté la mirada para observarle mejor.

-¿que?-le pregunté cortante e indiferente- ¿necesitas algo?

Vi su aura de extraño color y el cúmulo se sentimientos me llegó fuerte y claro, me hicieron sonreir con soberbia.

Por fin alguien que al parecer distaba mucho de parecer un ser que irradiara paz, bondad y ese sinfín de sentimientos que comenzaban a abrumarme .

- ¿Eres de los que conceden peticiones?- le pregunté mordaz ante su frase con el dejo de prepotencia que había pronunciado.

Tracé en mi rostro una media sonrisa llena de sificiencia y ladeé mi cabeza hacia un costado.

-Si, claro... soy de los que cumplen milagros-le respondí sarcásticamente- ¿se nota demasiado?

Me pasé una mano por mi cabello, y me reí lacolicamente, si... milagros, el invento de los humanos religiosos para idiotizar al resto; la iglesia tomando fuerza y sacando partido de ello, siempre era agradable contemplarlo de cerca.

- No- respondí con sequedad mientras lo observaba fijamente- pero ya que me preguntaste...- dije copn ironía.

Plegué mis alas y me paré frente a él.

La plaza estaba absolutamente silenciosa, nuestras presencias se desdibujaban casi irreales en aquel panorama nocturno.