Escapando de mis problemas

Era de noche y había salido a recorrer la ciudad, luego de mucho andar había decidido detenerme en un parque, me apoyé a la sombra de un gran árbol, no me apetecía mas acción, necesitaba estar "inerte" por unas horas.

Mientras me encontraba ahí escuche a alguien venir, sentí su presencia y luego escuché que hablaba en voz alta, no pude evitar responderle a aquello que había dicho.

- Los ángeles son seres traicioneros, oportunistas y detestables, pecaste de ingenuo o de... falto de inteligencia... al haber hecho aquel juramento- dije con una mueca algo soberbia mientras salía de las sombras y me daba a conocer.

Ahí lo vi, no era humano, por su aura podía deducir que se trataba de un vampiro, era de facciones francamente hermosas, de piel pálida y mirada penetrante.

Bufé un poco molesta por su actitud, el poco tiempo que había vuelto a reaparecer en el mundo de los humanos con las pocas criaturas que me había encontrado en mi camino habían parecido realmente asombrados deque yo fuese un ángel caido.¿Es que acaso eran muy poco comunes? La respuesta vino sola a mi cabeza: Si, ser transformado en un ángel caido era el castigo máximo que se daba en el cielo, es por eso que yo era casi una leyenda maligna en el cielo, hasta mi nombre, Edrea, era tabú.

- Podría preguntar lo mismo- dije mientras me acercaba a él, cuidando no acercarme demasiado a su espacio proxémico.

Le sostuve la mirada.

- Un vampiro en Los Ángeles ¿Es que tienen convención o algo por el estilo?- dije irónicamente- Eres el segundo que me encuentro en menos de dos días- acoté mirándolo algo recelosa.

Levanté una ceja con incredulidad.

- ¿Licanos? ¿Qué es esto? ¿Epicentro de especies fuera de lo común?- dije con voz algo ronca.

Me acerqué a unos metros de él mientras mis alas negras se mecían con la escaza brisa.

- Si te dijera mi nombre alertaría a los imbéciles de allá arriba- dije apuntando al cielo con aburrimiento- pero puedes llamarme Megan- dije con sequedad.

Agité mis alas enviando olas de aire frío a mi alrededor, poco a poco el parque a nuestro alrededor comenzó a congelarse.

- Podrías saberlo, pero no me apetece contar mi historia más de una vez cada siglo, y ayer gasté la oportunidad- dije con una sonrisa falsa- No me subestimes Nolan- dije con voz seca y mirándolo penetrantemente.

Me desvanecí y aparecí a unos pocos centímetros de su rostro.

- El error de todo aquel que he conocido ha sido subestimarme - dije mientras volvía a desvanecerme para aparecer a unos 5 metros de él.

Lo miré con una mueca de suficiencia.

- Porque ya has demostrado que no eres lo suficientemente listo si has hecho tratos con ángeles- le dije mordazmente.

Agité mis alas y me posé entre las ramas de un árbol cercano.

Comencé a reír por su descarada soberbia.

- No eres más que una cara bonita- repetí sus palabras con burla mientras bajaba del arbol y me posaba con delicadeza sobre la tierra.

Me acerqué a el mientras la mueca de suficiencia daba paso a un rostro agrio al comenzar a responder su pregunta.

- Los ángeles son seres aboslutamente cínicos, traicioneros, cómodos e insulsos. Esta es la parte en que te digo que no se debe generalizar, pero para mi todos- recalqué esa palabra- son iguales... Seres detestables... irradiando su patético concepto de amor y unidad universal cuando solo se hunden en sus propias mentiras...

Quedé a poca distancia de él.

- Si has hecho un juramento a un ángel... has sentenciado tu propia condena Nolan- dije con satisfacción maquiabélica- Aunque siempre te queda una opción...- comenté sonriendo con malicia- ya sabes... acabar con el ángel en cuestión...- lo miré fijamente a los ojos, no me quería perder su reacción.

Sonreí con satisfacción. Sus palabras llenas de desprecio me dejaron sin cuidado.

- Nunca subestimo a quienes me rodean Nolan, ese nunca ha sido un defecto mio- dije en un susurro ronco y bajo- solo los obligo a sacar lo mejor de si cuando estoy frente a ellos- repliqué mientras continuaba manteniendo mi sonrisa intacta.

Me desvanecí y aparecí en su espalda, me acerqué a su oído derecho.

- Si hablamos de vidas malditas Nolan... tú no andas muy lejos de participar como miembro activo de la discusión- dije con soberbia.

Me volví a desvanecer para aparecer a unos cinco metros de él.

- Las lamentaciones son una pérdida de tiempo- dije con sequedad- Me llamas escoria pero tú demuestras ser bastánte patético lamentandote de tus acciones- dije sin alterar mi voz en lo más mínimo- el lamentarte te hace sumirte en una patética burbuja de autocompasión y jamás te deja ver tus opciones...

- ¿Y qué te hace pensar que una escoria como yo te lo dirá, Nolan?- dije mordazmente.

Lo observé unos segundos y me percaté de que realmente deseaba conocer esa posibilidad.

Sonreí con malicia, yo detestaba a los ángeles, y ya no podría tener peor condena de la que tenía por ayudarle a hacerlo contándole cómo asesinar a un ángel.

Me acerqué unos pasos hacia él.

- Solo hay una forma de acabar con un ángel- dije en un susurro ronco- de acabar completamente- especifiqué- sin que termine como ángel caido u otro ser...

La noche se puso excesivamente helada a causa de las olas de viento helado que hice surgir con el movimiento de mis alas.

Sonreí con soberbia.

- Dime Nolan- dije fingiendo un gran pesar- ¿Por qué he de contarte yo eso?