Recorriendo los alrededores

Los Angeles y sus alrededores eran un lugar completamente desconocido para mi, realmente lamentaba haber dedicado tan poca dedicación a ese sector de territorio humano, mi existencia había estado principalmente transitada por Europa, se podría decir que América era un continente nuevo para mi en cuanto a reconocimiento de lugares físicos. Sin embargo debía conocerlo a fondo, sabía que el ángel que yo buscaba estaba en Estados Unidos,lo sabía, sentía su presencia y no me daría por vencida hasta encontrar a aquel maldito traidor que fue quien me acusó ante el consejo.

Llegué volando hasta el bosque, comencé a caminar con paso firme y alerta, sentía que aquel bosque albergaba muchas cosas, de pronto sentí cerca mío, demasiado cerca mío una presencia... no era humana, eso estaba claro.

Esperé a que se diera a conocer.

Aire puro era lo que necesitaba, la ultima salida al parque no me habia ayudado mucho sobre todo pensando en como habia terminado, camine unos minutos sin rumbo fijo pensando en lo que no era seguro contarle a nadie mas acerca de mi identidad real, ya habia cometido suficientes errores como para seguir sumando a la lista.
De pronto senti otra presencia, era similar a un angel, pero habia algo que no concordaba del todo con lo que estaba acostumbrada.

-Hola, quien eres? -sonrei como siempre, como ya era mi costumbre... ser un angel y lucir como uno. La chica se notaba seria y distante pero esa sensacion familiar era constante.

La vi aparecer frente a mi, mis ojos se posaron en sus alas blancas, vi su aura del mismo color, observé sus ojos y ese practicamente irritable aire de pureza que estaba segura que yo poseí en algún momento. Marqué en mi rostro una mueca de repulsión.

- ¿Qué te hace pensar que te diré quién soy, puro... angel?- le dije marcando las ultimas dos palabras con excesiva lentitud mientras mis ojos no dejaban de observar sus alas blancas... alas que yo tuve alguna vez.

La mire tristemente intentando comprender el porque de el deje de resentimiento que sentia en su voz, sonrei de nuevo y camine para quedar mas cerca, si ella no queria ser cordial al menos yo podria intentarlo.

-Supongo que por cortesia, pero veo que eres timida... -me alce de hombros intentando restarle importancia al asunto, no queria presionarla.

-Por cierto no soy puro angel, soy Cassie-iba a tenderle mi mano pero no estaba segura si la rechazaria, asi que en vez de eso altere levemente la realidad y aparecieron a mi alrededor varias mariposas.
Mis ojos se concentraron en las mariposas mientras mi rostro se iluminaba maravillada ante la magnificencia sus alas.

-Son como angeles -fue apenas un susurro pero estaba segura que lo habia escuchado a la perfeccion, ella era como yo un angel, pero tenia un matiz diferente.

La miré con recelo y cierto repudio, era la primera vez que volvía a hablar con un ángel desde el día en que me habían enjuiciado. Su mera presencia traían a mi un sin fín de recuerdos que albergaba vívidamente en mi mente.

Observé las mariposas con apatía. La escuché comentar. Comparar a las mariposas con los ángeles.

- Insulsos, traicioneros, preocupados por vanalidades, malditamente repugnantes- dije sin reparos.

Volvi a observar sus alas.

- ¿Es que aún no sabes que soy, angel?- recalqué el hecho que había dicho "que" y no "quien".

Vi que sus ojos se dirigian a mis alas constantemente y supuse que eso era un problema para ella, altere la realidad nuevamente e hice desaparecer a las mariposas, la mire a los ojos intentando averiguar algo en su mirada, pero solo podia distinguir dolor, amargura y odio.

-Los angeles no saben odiar, no deberias hacerlo -intentaba sonar comprensiva, hacia mucho tiempo que no veia a nadie de mi especie y ella hacia que mis recuerdos del Cielo fueran mas intensos.

-Se que estas dolida, en cierta forma puedo entender eso -sonrei de nuevo; habia escuchado de la boca de un sabio que si sonreias, el mundo te devolveria la sonrisa... Aunque su semblante frio me decia que tal vez no era del todo cierto.

La miré fijamente a los ojos. En un microsegundo me materialicé a pocos centímetros de su rostro.

-¿Los angeles no saben odiar?- repetí sus palabras con lento y pausado odio- Los ángeles saben manipular, los ángeles saben traicionar, los ángeles saben arruinar la vida de otros...- callé unos segundos para mirarla fijamente a los ojos.

En ese minuto hice que mis alas negras se abrieran en toda su envergadura.

- Los ángeles me convirtieron en esto Cassandra- le dije alejándome de ella con rapidez y volviendo mis alas a su posicion original, replegadas en mi espalda.

- ¿Qué acaso no te das cuenta? Hace muchos siglos yo fui como tú...detestablemente insulsa como tú... completamente ciega, como tú...

Abri mis alas de nuevo y apareci las mariposas otra vez, tal vez a ella no le gustaran pero a mi me hacian sonreir. Escuche atentamente sus palabras sin intentar interrumpirla.

-Los angeles no manipulan; ayudan, no traicionan: te dan lecciones de vida y sobre todo y mas importante los angeles no arruinan la vida de las personas, los angeles salvan personas -intente sonar clara en mi punto, apesar de haber sido exiliada del Cielo, aun tenia fe en mi especie.

Me mostro sus alas, que extrañamente eran de un color negro... yo solo habia escuchado leyendas, rumores de que los angeles caidos poseian alas de ese color, de repente todo encajo a la perfeccion.

-Eres un angel caido - no era una pregunta, era una afirmacion - pero los angeles no te convierten en nada, tu eres lo que con tus acciones provocaste ser.

-Yo no soy ciega, yo tambien fui exiliada del Cielo.... pero como dije fue para darme una leccion de vida y estoy conciente de que yo misma fui la culpable de mi destierro -me alce de hombros y una mariposa se poso sobre mi hombro.

-Todos tomamos decisiones y debemos pagar las consecuencias -sonrei de lado mientras incitaba a la mariposa a emprender el vuelo nuevamente.

-Y por cierto, soy Cassie... solo Cassie -llame a las mariposas y altere la realidad nuevamente para crearles un jardin donde pudieran volar libremente.

-Asi solia ser yo, libre -sonrei tristemente - y ahora estoy aqui atrapada lejos de mi hogar, con un angel caido que reniega de su especie.... pero ves odio en mi? -razones no me faltaban para sentirlo, pero por ese amor tan puro que habia existido en mi corazon me jure a mi misma jamas albergar ese sentimiento, no mientras tuviera esperanzas de regresar al Cielo.

La miré con una sonrisa de suficiencia y bufé ante sus palabras.

- Yo no reniego mi especia- dije con casi macabra calma- Porque no soy un ángel- dije mientras volvía a extender mis alas y volaba hacia las mariposas posandome sobre la alteracion de la realidad de ella- Y yo creo que si estas muy ciega Cassie- dije con voz que podría haber sonado melodiosa si mi rostro no tubiera aquella mueca amarga y casi cruel.

Las mariposas desaparecieron donde yo me había posado.

- Estas inserta en un sistema de reglas, en que te alinean el pensamineto, donde tu opinión... no vale nada- dije observandola fijamente- Dices que los ángeles salvan vidas... No todos...- dije con una mueca irónica- ¿Acaso nunca has escuchado la historia delángel caído?- me callé unos segundos- ¿La historia de... Edrea?- dije con voz ronca, sentí como el ambiente se volvió tenso, mi antiguo nombre se había vuelto tabú, estaba prohibido nombrarme...

Estaba segura que al haber pronunciado mi antiguonombre ya estabamos siendo vigiladas ambas, mejor parami, necesitaba que esos patéticos ángeles que me habían juzgado supieran que yo seguía viva, que yo seguía firme en mis convicciones.

Que si por mi fuera, volvería a dejar morir a ese humano como la última vez.

La mire moverse hasta las mariposas y destruir la ilusion posandose sobre ellas, pero aun asi no deje de sonreir hasta que la nombro...
Ese nombre no podia pronunciarse en el Cielo, las leyendas contaban que ella no soportaba a los humanos y por eso habia dejado morir a uno antes de tiempo, me estremeci ligeramente pero recompuse mis facciones, era una simple leyenda.

De repente recorde a Dennisse, las arpias tambien eran una leyenda al menos hasta que conoci a una real, tal vez y solo tal vez Edrea podria ser real, sacudi mi cabeza para aclarar la confusion de pensamientos que tenia en ese momento.
Aunque no fuera una historia ella seguramente habia escogido su camino, era ella un angel diferente a los demas, un angel rebelde, suspire... no entendia porque habria una razon para odiar a los humanos, yo me habia enamorado de uno "y lo destruiste" pense amargamente, en mi rostro se dibujo la tristeza,

-Pero Edrea -susurre, no estaba en el Cielo pero aun me apegaba a sus reglas y el repentino cambio en el ambiente que se habia sucitado cuando ella la nombro era señal inequivoca de que estabamos siendo vigiladas - si es que existio, escogio su camino nadie la obligo a dejar morir al humano y recibio su castigo.

-Y claro que mi opinion vale, yo tambien podria repetir la historia de Edrea -un escalofrio volvio a recorrer mi cuerpo al nombrarla - los angeles somos como los humanos, tomamos desiciones, a veces son correctas y a veces nos equivocamos -me alce de hombros, pero al parecer la comparacion no le habia gustado para nada.

Había nombrado mi antiguo nombre, eso me hizo sonreír. Al parecer si
conocía de mi, aunque no supiese que estubiese hablando con la misma
Edrea, era casi cómico verme envuelta en una conversación hablando de
mi como si fuese otra persona.

- Acabas de decir la clave de aquella leyenda...- le dije desviando mi
mirada hacia el cielo, como esperando que los malditos que nos
vigilaran supieran que yo estaba ahí.

Sentí la brisa mover mis cabellos.

- Nadie la obligó a dejar morir al humano... sin embargo ¿Por qué debía
dejarlo vivir? ¿No has pensado que Edrea tuvo sus motivos para aquel
acto?

Deje unos segundos de silencio para que meditara mis planteamientos.

- ¿Por pensar distinto deben recibir castigos? Que patética forma de vivir la vida Cassie- dije sin reparos- Te comparas con humanos y sin embargo los humanos pueden escoger con libertad... al menos mientras viven... Los ángeles tienen una patética forma de ver la existencia mortal, se jactan de ser misericordiosos y se hunden en su propio cinismo- miré con desdén a Cassie que seguía observándome con esa aura de bondad que comenzaba a irritarme de sobremanera.

Volví a observarla fijamente.

- Dime Cassandra- le dije aún sabiendo que no gustaba de aquel nombre- ¿No te incomoda estar hablando con una maldita como yo? ¿Acaso no sabes que si piensas conservar tus alas debes mantenerte alejada de seres condenados como yo? En tu mundo de reglas... ¿No esta prohibido entablar conversaciones con ángeles caidos como yo? Podría asegurarte que nos vigilan desde allá arriba- dije mirando hacia el cielo con asco.

Segui su mirada hacia el Cielo sin comprender exactamente porque su odio, entendia que fue exiliada y que sus alas ya no eran como las mias, probablemente su error habia sido mucho mas grave que el mio por lo tanto su castigo era peor.

-Debia dejarlo vivir por que ella no era nadie para quitarle la vida, nosotros no decidimos eso... somos seres magicos, especiales y unicos diseñados especificamente para preservar la vida, no para en un acto de inmadurez arrebatarla. -mi semblante habia cambiado drasticamente ya no sonreia, pero es que nunca me habia topado con un angel caido y menos con uno que renegara tanto del Cielo.

-Ella no recibio un castigo por pensar distinto, lo recibio por actuar mal... piensalo de esta manera, te gustaria que decidiera sobre si vives o mueres? No verdad? eso es porque nadie tiene derecho de meterse con tu vida, excepto claro el que te creo. -si algo habia aprendido con todos mis años de vida era a sostener una conversacion y defender mis puntos de vista, para mi un angel era luz y solo luz debia tener.

- No me incomoda hablar contigo, en cierta manera yo tambien estoy maldita -sonrei de nuevo apartando cualquier pensamiento que no fuera el amor puro y total por aquel humano que me sostenia en pie para no derrumbarme.

-Conosco las reglas, se que no deberia hablar contigo... como tambien se que nos estan vigilando, pero sabes una cosa? solo estamos conversando ni yo intento hacer planes para derrocar a los angeles, ni tu intentas hacerme malvada.... Solo que nuestros caminos se cruzaron y aqui estamos - una ligera brisa removio mi pelo, lo tome como una señal de que no estaba en problemas, y eso me quitaba un gran peso de encima.

-Y dime, porque tanto interes en Edrea? -mi voz sonaba un poco mas segura, despues de todo que daño podria hacerme hablar sobre una leyenda?

La miré unos segundos e hice la mueca de una sonrisa, ya que en realidad no solía sonreir verdaderamente.

Evadí su pregunta por el momento, sin embargo no abandoné el tema.

- Por lo visto no conoces bien la leyenda, Cassie- volví a llamarla por la forma en que me lo había dicho, la verdad es que me acababa de demostrar que era un ángel, pero al menos tenía caracter, y eso, en cierto sentido me había demostrado que su aura irritablemente angelical no era algo que sostubiera el 100 % del tiempo.

- Edrea no le quitó la vida a aquel humano, lo que hizo fue no intervenir en los sucesos humanos que acontecieron, decidió que los propios humanos forjasen el destino de aquel mortal...- la vi observarme con ojos curiosos - ¿Pensaste que Edrea había asesinado a aquel mortal?- le dije con una cortesía extrañamente inusual en mi- Pues no, lo que hizo fue dejar el curso natural de las cosas en la Tierra, los humanos condenaron a aquel individuo, no Edrea...

Saboreé mi antiguo nombre con descaro, mi nombre era tabú, estaba esperando que algo ocurriese al haber pronunciado mi nombre, pero al parecer los patéticos seres que nos vigilaban no pensaban darse a conocer aún. Continué con mi relato.

- Aquel asqueroso humano forjó su propia muerte... y yo no iba a hacer nada por salvar la vida de un condenado...- dije dándome a conocer por fin ante ella, lo creí justo y sensato, después de todo, ahora le daba la completta libertad de marcharse si quería, Cassie debía saber que Edrea, osea yo, era una de las leyendas malditas del cielo, le estaba dando la posibilidad de alejarse de mi, aunque algo me decía que no lo haría.

Abrí los ojos desmesuradamente ante su confirmación de que ella era ese ángel caído al que los habitantes del cielo tenían prohibido nombrar ya que nunca pensé que una cosa así me pasara, tenia frente a mi a una autentica leyenda del Cielo, y no una de las buenas.
Me sorprendió bastante el hecho de que ella fuera Edrea, pues nunca me paso por la cabeza la idea de que fuera que aquel ángel maldito por todos existiera y menos que la tendría de pie frente a mí.

-Edrea? Quieres decir que la leyenda es real? -comencé a moverme inquietamente por todo el lugar, intentando que mis pensamientos se reacomodaran y cubriendo un poco mi nerviosismo.
Si ella era Edrea con justa razón nos estaban vigilando, se suponía que a nadie en el Cielo le agradaba la idea de que un ángel en proceso de redención intercambiara palabras cortésmente con alguien como ella.

-Quieres decir que tuviste la oportunidad de salvar al humano y elegiste dejarlo a sus suerte?? -no entendía su reacción, yo creía saber que los angeles estaban hechos de amor y creados para amar, no conceptuaba posible el hecho de que alguien que nunca había tenido una vida humana pudiera albergar tal resentimiento y odio dentro de su corazón para esa especie.

-Por eso nos vigilan, verdad? Quiero decir, no temes que vengan por ti? -pensé en la visita que me habían hecho anteriormente para recordarme la misión que tenia que cumplir para poder regresar al cielo y ser considerada un ángel de nuevo.

Algo en la manera en que el viento soplaba me decía que debía alejarme cuanto antes de ella sin mirar atrás ya que no era una buena compañía si es que pretendía limpiar mi historial, no si sinceramente esperaba el perdón antes de pasar otro siglo en la Tierra.

Pero al mismo tiempo me debatía interiormente, quería saber cuales eran sus razones, yo sabia perfectamente que el mundo de los humanos era un desastre, pero confiaba en que de alguna manera sabrían arreglarlo a tiempo y si no podía ayudarles siempre lograría perderme en mi propio universo donde todo era perfección.

- Ojalá alguien viniera a hacerme una visita- dije burlonamente mirando hacia el cielo- pero los cobardes de allá arriba no vendrán... a menos que asesine, y esta vez de verdad, a un humano- dije con una sonrisa, sabía que mi actitud le hacia temerme en cierta medida. Y tenía razones para hacerlo, desde hacía mucho que yo había dejado de ser buena.

El cielo se tornó ligeramente más oscuro por las nubes que comenzaron a aparecer en el cielo.

La observé fijamente a Cassie. Por lo visto no pensaba alejarse de mi, o era muy valiente, o muy necia, me quería inclinar por la primera opción, aunque quizás la curiosidad podía más con ella, despues de todo, suponía que una rebelación de tal calibre hacia ella no la podría haber dejado inmune a la curiosidad.

- No es una leyenda- le aclaré mientras jugaba a desvanecer mi mano y luego hacerla aparecer- o bueno... en realidad mi historia se convirtió en leyenda ¿No es asi? Pero las leyendas no se paran enfrente tuyo...- dije con una mueca algo cruel.

Miré al cielo y sonreí fingidamente.

- ¿Me han extrañado malditos patéticos?- grité con burla hacia el cielo- Sepan que Edrea sigue con vida y los esta esperando...- dije agitando mis alas negras. Miré a Cassiey sentí la turbación que le probocaba, podía sentir que no comprendía mi naturaleza- ¿Porque te han mandado a la Tierra? ¿Que hiciste? ¿Dejaste morir a un ciervo a su suerte?- dije irónicamente.

Sus burlas dirigidas al Cielo eran realmente irritantes pero no podía decir nada, ella estaba dolida por lo que le habían hecho y en su forma única y llena de odio de ver las cosas seguramente creía que eran injustos en su castigo.

De cierta forma ella lograba darme escalofríos, pero no sabia con exactitud si era por su sonrisa que destilaba frialdad y odio o por ese dolor contenido que se veía reflejado tenuemente en sus ojos haciendo que su mirada se tornara un tanto vacía y terrible para observar, un ángel caído era eso; hermoso por naturaleza y temible por elección.

El Cielo se oscureció un poco más y el viento seguía soplando en mi dirección, era una señal pero yo no estaba dispuesta a obedecerla, no aun... no podía irme sin comprender porque Edrea había llegado a los extremos en sus elecciones, mi curiosidad natural y mis ganas de ayudar no me permitían mover un músculo para salir de ahí, al contrario me mantenían firmemente clavada al piso.

-Tu historia es conocida en el Cielo tienes razón en eso, pero no eres un ejemplo a seguir... nos enseñaron que eres todo lo que debemos temer, rechazar y repudiar -seguí su mirada y observe su sonrisa fingida, negué con la cabeza automáticamente, como siempre las reglas me regían sin que pudiera hacer mucho por resistirme a ellas.

-Supongo que ellos son concientes de que existes, si una vez fuiste un ángel estarás para siempre en su radar, nunca te dejarían del todo desprotegida, a pesar de lo que hiciste, hagas o dejes de hacer, siempre miraran sobre tu hombro para alejarte de los peligros -sonreí agradecida, ellos nunca me habían abandonado del todo aunque yo no era una de sus favoritas, de vez en cuando podía sentir su presencia en las flores, en el viento o en la lluvia, definitivamente nunca me dejaron.

Su pregunta era a la que mas temía, la mas dolorosa que me pudieran hacer, la mas difícil y a la vez la mas fácil de responder. Sonreí de nuevo ya que al parecer en mi angelical forma no se denotaba ni un ápice de maldad, pues Edrea conjeturaba que lo peor que yo podría hacer era dejar a un animal a su suerte, respire profundo, cerré los ojos y busque las palabras correctas para resumir el porque de mi exilio.

-El amor me exilio –abrí los ojos y pose mi mirada sobre ella unos instantes para darme cuenta de que ella no entendía nada, sonreí sin ganas y camine hasta tomar una flor del piso, necesitaba hacer algo con mis manos, la tristeza me estaba invadiendo considerablemente y amenazaba con cerrar mi garganta, podía sentir las lagrimas formarse en mis ojos…

-Me enamore de uno de esos seres que tanto aborreces –me perdí en mis recuerdos y comencé a relatar siendo conciente apenas de su presencia –el era un humano formidable, hermoso en todas las maneras posibles, Alan fue un ángel nacido humano o al menos esa era mi forma de verlo –detuve mis palabras al notar las lagrimas rodar por mis mejillas.

-Como sabes las reglas del Cielo no permiten que los angeles nos relacionemos directamente con los humanos, no sin consecuencias… Yo fui advertida para que alejara de el, pero simplemente no pude, el amor entre nosotros era tan grande que ni siquiera todos los angeles juntos hubieran podido acabar con el.
Pero me mostraron lo que sucedería si no me alejaba inmediatamente y como yo lo amaba por encima de todo, fui a despedirme, el no lo tomo bien… El amor de su vida, un ángel lo abandonaba por miedo a lo que podría suceder, así que…
En resumen murió y yo soy la culpable, por eso estoy aquí –termine mi relato y espere su reacción, nunca le había contado a nadie la verdadera razón de mi exilio y era relajante no tener que ocultarlo. Al menos algo era casi seguro ella ya no vería tan pura y angelical como lo había hecho hasta ahora.

Comencé a reír, una risa cruel, vacía, tenebrosa y malvada.

Hacía más de 300 años que no reía, ya sea por cualquier sentimiento, fue extraño escuchar ese sonido emerger de mi pecho, fue casi gratificante, aún cuando la risa era completamente macabra, para cualquier humano de seguro sonaría celestial, pero sabía que Cassie percibiría el tinte casi diabólico de aquel sonido.

Reí por muchos segundos, quizás minutos, no lo se. Cuando detuve mi risa la miré fijamente y la mueca despiadada volvió a mi rostro.

- Dime ángel, las reglas te condenaron por enamorarte de un humano, el amor no te exilió, fueron las reglas las que te exiliaron. Fue el maldito reglamento que hace de los ángeles unos seres absolutamente prisioneros...

Comencé a tocar el pasto haciendo que a mi tacto comenzara a congelarse el cesped.

- Tu amor fue nefasto para aquel humano- dije con una leve sonrisa- condenaste al humano por haber cedido a un sentimiento tan patético, iluso y efímero... ¿Qué no entiendes Cassie?- le dije con inusitada calma- He vivido casi 4 siglos en la Tierra, y me he topado con muchos como tú... ¿Sabes como terminan? Comprendiendo que no quieren volver al cielo, que no quieren volver a aquel sistema autómata y de alineación de pensamientos... prefieren ser malditos, pecadores...- dije mientras congelaba todo el pasto a mi alrededor- Aqui en la Tierra pasan muchas cosas que en el cielo nose cuentan jamás... ¿Sabes de la existencia de muchos híbridos encubiertos? ¿Sabías que muchos de los ángeles que aún permanecen en el cielo procrearon con demonios dando pasoa una nueva raza de seres?

Sonreí con malicia.

- ¿Ves juzgados a esos ángeles Cassandra?- le pregunté mientras sentía como la rabia volvía a mi- ¿Has escuchado leyendas sobre aquellos asquerosos y cínicos ángeles?

Sus palabras hacían eco constantemente en mi cabeza, en una alarmante manera tenían sentido y eso era realmente escalofriante, no debía seguir escuchándola, pero seguía sin poder moverme.
El cielo se oscureció aun mas dando aviso de una tormenta para los humanos, aunque estaba segura de que Edrea entendía perfectamente que a nadie le estaba agradando el rumbo que nuestra conversación estaba tomando.

-Las reglas están hechas por algo, sabes bien que el amor entre angeles y humanos termina siempre mal, ya sea porque el humano destruye el corazón del ángel volviéndolo un monstruo o porque el ángel da una prueba de amor revelando su identidad y el humano por miedo abandona todo. –ese tema era realmente doloroso y mas porque yo lo había vivido directamente, pero no quería ceder a los pensamientos que se arremolinaban en mi cabeza, “Edrea tiene razón” pensaba por momentos, sacudí mi cabeza frenéticamente para sacar esas ideas, no estaba bien que yo pensara eso, lo había prometido, había comprendido la magnitud de la situación cuando me gane el exilio, sabia que era mi culpa.

Observe su despliegue de poder, congelando el césped… me sorprendí enormemente nunca había visto nada similar entre los angeles que conocía.

-Lo condene, lo se… pero el amor no es lo que tu crees, ese sentimiento me transporto a un paraíso mas hermoso que el Cielo que conociste, donde ni siquiera son necesarios los angeles, es que tan ciega estas por la amargura y el resentimiento que ni puedes darte cuenta que el amor es lo mas puro que existe?? –sin darme cuenta había avanzado de nuevo hacia ella mientras mi voz se elevaba un tono mas alto de lo normal, aun no se podía considerar un grito pero dejaba notar la creciente molestia en mi.

-Yo quiero volver al Cielo, es la única esperanza que me queda… no lo ves? Somos seres solitarios, creados para amar y defender pero nunca podemos sentir cuanto nos aman, porque ni siquiera están seguros de nuestra existencia.
Pero aun así no pertenecemos a este mundo, esto que ves aquí – me arrodille hasta tocar el césped que estaba congelado –es humano, fue creado para ellos, no para ti, ni para mi.
Aquí estamos condenadas a una existencia vacía, sin amor, sin siquiera un eco de esperanza, pero si pudiéramos volver al Cielo podríamos amar nuevamente sin miedo a que ese amor se desborde y nos castigue. –mire hacia las nubes, notando que todo seguía igual de oscuro, la alerta aun estaba presente, pero me negaba a escuchar.

-Esos angeles de los que con tanto desprecio hablas, se enamoraron… dime, tu sabes lo que es el amor? O tu corazón esta tan congelado como el césped que tocan tus manos? –estaba siendo dura, nada que ver como mi forma natural de ser, pero sentía que si la convencía de mis palabras tal vez yo misma volvería a creer en ellas.

-Esos angeles fueron juzgados, pero se arrepintieron y eso les concedió su lugar de nueva cuenta entre los suyos. –Me aleje de nuevo, el viento cada vez soplaba mas fuerte y las palabras anteriores de Edrea seguían dando vueltas en mi cabeza aunque tratara de ahuyentarlas.

La miré con odio, ¿Quién se creía que era ella para llamarme con tales epítetos? Era lo que se me daba la gana, y no necesitaba de calificativos dados por terceros, ella no sabía nada de mi, no tenía porque inferir cosas sobre mi. Es más, nadie sabía nada de mi, solo yo...

Me erguí rápidamente y mis alas negras se desplegaron lanzando fuertes ráfagas de viento heladísimo.

Me inmaterializé y al instante aparecí a escazos centímetros del rostro de Cassie.

- No tienes idea quien soy, Cassie- le dije en un susurro ronco y escalofriante.

La rabia había inundado mi ser, sobre todo porque con sus preguntas, había hecho que los recuerdos volvieran a mi con masoquista perfección. Me preguntaba sobre el amor, aquella palabra había sido eliminada de mi vocabulario hacía muchos siglos.

¿Qué sabía ella si yo sabía o no de aquello?

Pero mi mente me traicionó, trajo hacia mi el recuerdo de un rostro... un rostro masculino perfecto... un rostro angelical perfecto... perfecto... aquella perfección que escondía por debajo a un ser absolutamente imperfecto.

Me desvanecí y volví a aparecer a unos metros de ella. Volví a mirar con odio al angel frente a mi.

- Ni el cielo ni el infierno encontrarás el amor que buscas Cassandra- le dije sin quitar el rostro seco y duro- porque cuando has condenado la vida de un mortal, has condenado parte de tu misma esencia- le dije con cruel sinceridad, eso era algo que lo sabía yo desde antes de mi condena, esa antigua cláusula era una de las doce cláusulas de Eledor, regidas por los arcángeles del noveno cielo, muy pocos angeles las conocían, yo las había aprendido porque... porque la estirpe de ángeles a la que pertenecía eran directamente emparentados con uno de los linajes antiguos, es por eso que mi historia había sido considerada tan terrible en el cielo, porque el nombre de Edrea era relacionado directamente con los Eledor.

Edrea parecía no tener rastro alguno de su angelical pasado, sentía que el hecho de ser un ángel solo hubiera sido como un sueño para ella, a decir verdad una pesadilla; era dura, cruel, fría e hiriente pero sobre todo lastimaba y no se avergonzaba por ello, al contrario en las facciones de su rostro se denotaba un atisbo de felicidad muy bien reprimida. Pero ese brillo escalofriante en sus ojos gritaba a viva voz que disfrutaba cada uno de sus muy bien elegidos mensajes.

Daba la impresión de ser críptica y misteriosa, un ángel real, pero su presencia era imponente, no tranquilizante como debía serlo, lucía bastante apegada a los sentimientos humanos, era como si pudiera hacer más que comprenderlos. Me reí de mi misma, esas eran solo leyendas…. Ningún ángel podía perder por completo su identidad para fundirse con los sentimientos terrenales, pero ella sentía odio, esa emoción era humana. Todo era demasiado confuso.

Intente no escucharla, sentía la imperiosa necesidad de cubrirme los oídos como hacen los niños pequeños cuando lo que escuchan no es de su entera satisfacción, era un acto infantil e impulsivo pero nada de lo que salía de su boca podía ser real, era horrible la forma en la que estaba despedazando las pocas esperanzas que aun quedaban a flote dentro de mi corazón.

Su voz contenía la misma frialdad que emanaba de sus manos, si hubiese sido posible que un ángel me aterrorizara, sin duda Edrea lo habría logrado sin gran esfuerzo, de hecho estaba al borde de conseguirlo, pero mantuve la calma, escuchándola, sintiendo como de apoco la ira se iba acumulando en mi interior.

Me sorprendí notablemente al notar esa emoción, que demonios me estaba ocurriendo?? Los Ángeles no sentían ira, al menos no los de mi estirpe, esa era una emoción humana, me sentí confundida y descolocada, eso no estaba nada bien, comprendía como funcionaban los humanos pero nunca había sentido otra cosa que no fuera amor, tristeza o alegría.

Sus palabras me sacaron de mi ensimismamiento, casi podía tocar el dolor que había impreso en cada una de ellas.

-Tienes razón, no te conozco… pero no necesito hacerlo, se que estas dolida y eso corrompe tu corazón de forma inhumana. Pero sabes algo? solo te llevara a tu destrucción y a la de los que te rodean, aunque estos últimos no te importen en lo mas mínimo. –de repente se desvaneció y unos segundos después apareció a unos metros de donde me encontraba, algo en mis palabras la había afectado, no estaba segura de que pero ahora me miraba con mas odio que antes.

El Cielo se oscureció mas si es que eso era posible, encerrándonos en una cárcel; aislada y vacía, donde el tiempo parecía haberse detenido y esta vez no era por mi causa. Sentía una presencia inquietante y a la vez tranquilizadora en el aire.

-Se que estoy condenada, créeme que lo he sabido desde que lo ví morir… pero también se que puedo ganarme de nuevo el Cielo y hacer que la muerte de Alan no haya sido en vano; tengo una misión y si logro cumplirla nada me impedirá ser un ángel completo otra vez… -me escuchaba, de eso estaba segura… pero parecía perdida en sus pensamientos, como si supiera algo doloroso, algo que la impulsara a odiarme y odiar todo con mas ganas.

-Se que disfrutas torturándome Edrea, pero no podrás conseguirlo, tengo algo que tu perdiste hace mucho tiempo; Fe, esperanza y sobre todo amor. -supuse que al nombrar esa emoción Edra comenzaría a despotricar en contra de los humanos de nuevo, asi que me adelante a su reacción- No me refiero al amor humano que es apenas un eco de lo que nosotros podemos sentir, quiero decir ese sentimiento que me esperara cuando llegue a casa – no estaba totalmente convencida de mis palabras pero las emociones humanas que me habían asaltado unos minutos antes ponían mi cerebro en alerta permanente, tal vez estaba ocurriendo lo que tanto temía, lo que las leyendas contaban; estaba perdiendo los restos de mi aura angelical, estaba cediendo al mundo terrenal.

Quizá Edrea lo había notado desde el primer instante y por eso se burlaba cruelmente de mis esperanzas. Sacudí la cabeza, eso no podía ser real, solo era mi mente jugándome una mala pasada, probablemente me estaba contagiando de la mala energía que Edrea despedía a borbotones.
Debía ser eso, intente convencerme a mi misma de que todos mis miedos eran infundados pero una pequeña e insistente voz se encargaba de decirme a gritos que tenia razón, algo estaba sucediéndome, si no cumplía mi misión lo antes posible estaría en grandes y horribles problemas.

Off: Me emocione xD

Olí el aire en un gesto dramáticamente teatral. Sus palabras fueron un extraño susurro y su inminente ataque hacia mi si bien no pasó inadvertido no me hirieron en lo más mínimo, porque no negaba que mi interior estaba consumido por el odio y el desprecio, la verdad nunca me había incomodado demasiado.

- ¿Lo sientes no es asi?- le dije con una sonrisa maquiavélica y llena de suficiencia- Sientes como tus frágiles convicciones pierden poder, sientes como tu castillo de naipes comienza a perder cartas, ves como la realidad quita la benda de tus ojos Cassandra.

Volví a expeler ondas de viento helado, el pasto a mi alrededor comenzó a congelarse.

- Por mucho que llenes tu boca con aquellas palabras, sabes que ya no tienen el mismo peso que antes- continué diciendo mientras caminaba hacia ella- Puedo sentir como comienzas a ver la realidad Cassie- seguía acercándome a ella- No sientas temor por aquello- le dije con un tipo de extraña amabilidad que acababa de descubrir en mi.

Me detuve cuando estaba a escasos centímetros de ella.

- "Antes que amor, privilegios o fama... dadme la verdad"- cité uno de los antiguos probervios de las leyes de los ángeles.

Suspiré, sentí que el odio renacido hacía algunos segundos volvía a apaciguarse.

- Buscas redimir tu pecado- le dije observándola fijamente- pero no podrás ascender si cargas contigo tamaña fragilidad de convicción- le dije duramente- ¿Crees que busco dañarte?- sonreí falsamente- Que equivocada estás Cassandra- le dije negando con la cabeza- no pierdo mi tiempo en exterminar ángeles, por muy detestables que me parezcan. Sin embargo hay algo que detesto más que mi poca devoción por los de tu raza... el saber lo ciegos que están la mayoría de los seres. Lo insulsos y patéticos seres que son al no querer abrir los ojos y mirar más allá. Que fácil es estar allá arriba mientras ignoras como los humanos acaban unos con otros, como los demonios procrean con ángeles a escondidas, como otras criaturas consumen almas... Qué facil es seguir en el cielo e ignorarlo todo.

Miré hacia el cielo.

- ¿Sabes porque creo me condenaron? No por el hecho de no haber salvado a aquel detestable humano, si no porque mi acto fue una fisura en su mundo de perfeccion imperfecta. Eso les carcomió sus mentes, no podían permitir que su fácil comodidad se viera afectada por una posibilidad que siempre ha estado presente aunque sean unos malditos cobardes para aceptarla....

Calle unos instantes.

- La posibilidad que no todos los humanos tengan ángeles custodios...

Sentí una rafaga de viento rodearnos a ambas, eso me hizo sonreír. Nos vigilaban.



Off: estuve como media hora escrbiendo esta respuesta jajaja

Comencé a reír.

Fria, malvada y casi desquiciadamente. Había logrado lo que quería.

- ¿Qué se siente tener ira por primera vez en tu angelical vida?- le pregunté con burla- Ah...- dije con suficiencia- La ponsoña de tu boca es digna de un custodio de los altos cielos- dije con ironía.

Callé unos segundos.

- ¿Perfección?- levanté ambas cejas y de pronto mis alas negras se agitaron furiosas- ¿Quién ha hablado de perfeccion Cassandra?- pregunté mientras una gran ráfaga de viento nos rodeó.

- Es un término relativo, esquivo, engañoso... Nadie ha hablado de perfección, son ustedes, los ángeles que viven regidos bajo aquel concepto... La perfección esta reservada para ustedes en sus castillos de arena...- dije consequedad- El universo es todo, menos perfecto Cassandra... y la perfección no está incluida en mi lista de prioridades- dije con voz ronca y críptica.